Como veo que si sigo haciendo posts tan objetivos nadie va a poder opinar, les dejo una poesía.
Pero no cualquier poesía, la primer poesía que escribo sin estar deprimido (o sea, sin ganas).
Y quizá el descubrimiento de mi forma de expresión preferida (la que a mi se me da mejor, no mi preferida)
Ahí va:


Vientos de otoño


Vientos de otoño,
que se llevan,
algo más que volátiles hojas secas.
Como almas en tornasoles dorados,
que brillan en la opacidad del mundo,
lavadas melancolías se pierden,
en humedales imaginarios.

Brillan sobre ópalos,
tornasoles dorados.

Huracanes de ideas,
funerarias esperanzas,
de realidad.

Vientos de otoño,
que esperan,
y lloran.
Y mueren fríos y solos,
Perdidos en la ignorancia ajena.

¿Es que caso somos tan falsos,
que creemos que la naturaleza es triste?

Es que acaso creemos,
que melancolía de otoño es algo que existe?

Vientos de otoño que esperan,
expresión y comprensión,
para conocer:
La felicidad de la calma.

Esta poesía no tiene historia. No la escribí con ningún humor en particular ni por alguna razón en especial.
No voy a explicar lo que pienso de ella porque ustedes (si, ustedes) me lo van a comentar por este medio.
No espero elogios, sólo espero que tenga sentido para ustedes y los haga pensar.
Algo no tan fácil en estos tiempos de la cosa fácil y hueca (eh... ¿Moreno Frers tiene razón?)
En este post espero que encuentren un tema para opinar y debatir con todos los lectores de este blog (Pronto tendrá nombre propio, que algunos podrán entender, sólo algunos)
Pero me encontré un seudónimo.

Sin más por el momento, los saluda:
El primer discípulo de Íxidor, rescatado de la Cábala hace un tiempo.
Akroma y Phage van a tramitar los derechos de autor una vez que terminen su crisis de identidad (Quieren llamarse Karona y destruir el mundo con mentiras)